domingo, 11 de noviembre de 2012

Óscar Niemeyer, la sensualidad de una curva



 La salud del arquitecto brasileño se encuentra en el punto de mira. Y es que 104 años dan para mucho…


Óscar Niemeyer (Imagen de Flickr con Licencia Creative Commons)

Cuando se graduó como ingeniero arquitecto en la Escuela de Bellas Artes de Brasil ya llevaba casado más de ocho años, y es que el matrimonio con Annita Baldo le dio la estabilidad y responsabilidad que necesitaba para decidir qué hacía con su futuro. Como muchos otros, los primeros años empezó a trabajar gratis en el estudio de Lúcio Costa y Carlos Leão. Al no encontrarse satisfecho con la arquitectura de su ciudad decidió empezar a centrarse en esos aspectos.

En 1940, la construcción de una iglesia, a la que le añadió unas líneas bastantes novedosas, en Belo Horizonte, le dio fama en todo el país. También, para la misma ciudad, creó un casino que posteriormente fue reconvertido en el Museo de Pampulha, un museo dedicado al arte contemporáneo. Comunista, entusiasta e idealista, en 1945 ya era un reconocido arquitecto.

Como buen discípulo y admirador de Le Corbusier trabajó juntó a él en la elaboración del proyecto del edificio principal de las Naciones Unidas en Nueva York en 1952. Pero si hubo algo que revolucionó la arquitectura brasileña de la década de los 60 fue la construcción de la Casa Niemeyer (Pedro del Río, Río de Janeiro); uno de los pocos proyectos privados que Niemeyer desarrolló.

Fue durante la etapa militar de Brasil cuando los proyectos de Niemeyer fueron rechazados y su clientela descendió. Debido a su condición política, en 1966, el arquitecto brasileño se exilió a Europa, eligiendo París como país de residencia. Europa significa una nueva etapa para su vida y para su arquitectura. Abre una primera oficina en los Campos Elíseos y empieza a recibir clientes de diferentes nacionalidades (Argelia, Italia, Malasia, etc.).

En los años 80, cuando finaliza la dictadura en Brasil, vuelve a su país de origen; definida esta etapa por el propio autor como el “el inicio de la última fase de su vida”. Fue en esta etapa en la que hizo grandes obras para su país. Además, se creó en Río de Janeiro un anexo que él mismo construyó para que albergara el Museo Óscar Niemeyer (años 2002).

Aún, con más de un centenar de años, sigue presentando proyectos como son los casos del Puerto de la Música en Argentina y  la Plaza de la Soberanía; ésta última rechazada por la oposición de la población de Brasilia.

ESTILO ARQUITECTÓNICO

En varias ocasiones ha sido reconocido por el autor que lo que más le atrae de un proyecto son las curvas y no la frialdad de las líneas rectas.  Para él, la obra debe ser un arte que cree emociones, por esos sus proyectos son siempre ondulantes; buscando que cuando vean cada uno de sus edificios piensen que son únicos, que ninguno son copias unos de otros. 

No es el ángulo recto lo que me atrae, ni la línea recta, dura, inflexible, creada por el hombre. Lo que me atrae es la curva libre y sensual, la curva que encuentro en las montañas de mi país, en el curso sinuoss de sus ríos, en las olas del mar, en el cuerpo de la mujer preferida. De curvas es hecho todo el universo, el universo curvo de Einstein”. Óscar Niemeyer.


GRANDES OBRAS

De todas sus obras se pueden destacar el Palácio de Alvorada (Brasilia), la  Catedral de Brasilia (Brasilia),la Universidad de Constantina (Argelia), la Mezquita de Argel (Argelia) o la Sede del Partido Comunista Francés. 

Palácio de Alvorada (Imagen de Flickr con Licencia Creative Commons)



Catedral de Brasilia (Imagen de Flickr con Licencia Creative Commons)




ETAPA DOCENTE

En el año 62, Niemeyer fue el encargado de organizar la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Brasilia. Un año después, fue nombrado miembro honorario del Instituto Americano de Arquitectos de los Estados Unidos. En 1965, junto con doscientos profesores, Niemeyer renuncia a la Universidad de Brasilia como protesta contra la política universitaria.

PREMIOS Y HONORES

Entre las docenas de premios y galardones recibidos a lo largo de su carrera, se pueden destacar: el  Premio Lenin de la Paz (1963), el   Premio Pritzker de Arquitectura (1987, el   Premio Príncipe de Asturias de las Artes (1989), o el nombramiento de   Caballero Comendador de la Orden de San Gregorio Magno (1990)

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