El arquitecto chileno Juan Sabbagh dejó boquiabiertos a todos los asistentes a la conferencia que dio en
la Escuela Superior de Arquitectura de Sevilla. Su experiencia personal, que
dejó para el final, animó a todos los estudiantes que terminan la carrera este
año y están desconcertados por lo que pasará en un futuro con su profesión y la
crisis económica.
Después de su presentación,
muestra a los asistentes algunas obras que para él son consideradas
importantes. Sabbagh va explicando los proyectos y a la vez el porqué son así,
relacionándolo con las condiciones, tanto climáticas como geográficas, de
Chile.
A continuación, pasa a uno de los
puntos que para él es importante: el cliente. El arquitecto chileno considera
que lo primero que se debe hacer es evaluar al cliente, fijarse si te escucha y
te respeta, y no sólo se fija en lo económico. Para él, el éxito de un
arquitecto frente al cliente es la seguridad. Considera que si el arquitecto se
muestra seguro ante el usuario, lo tiene todo ganado.
Lo curioso de la conferencia vino
de la presencia entre los asistentes de una chilena que contó cómo se ve a este
arquitecto en su país natal. Ella cuenta que, actualmente en Chile, hay muy
pocos arquitectos que tengan la capacidad de crear los proyectos que Sabbagh
hace. Entre toda esta explicación da la clave para él éxito: “arquitectura no
es sólo la edificación, es el grano que cada uno pueda poner y que permita
guiar al resto”.
Juan Sabbagh comenta que él sabe
perfectamente lo que es la angustia de terminar una carrera y no saber qué es
lo que va a pasar, pero afirma que la seguridad es lo principal. El autor deja
para el final de su intervención lo que todos los asistentes estaban esperando:
su experiencia personal.
Sabbagh se graduó en el año 65,
un año en el que las dificultades políticas en Chile afectaban a todos los ámbitos.
La inflación estaba por las nubes y todas las empresas se vieron afectadas por
los diferentes modelos económicos impuestos en esos años tan convulsos. Consiguió
su primer trabajo con 37 años. Desde los 25 años hasta esa edad no hizo nada. Iba
al estudio, pero no tenía trabajo. Para él, la cuestión está en saber esperar y
tener la certeza de que uno vale para lo que está haciendo. El arquitecto
tampoco debe rechazar ningún encargo, no debe pensar que es un gran arquitecto
y que sólo se puede dedicar a grandes proyectos. Hay que hacer los pequeños
encargos porque a partir de ahí se abren las posibilidades. Como él dice “no
hay encargo chico”.
Con estas palabras animaba a
todos los asistentes a que no se desanimen y sigan creyendo que valen para lo
que están haciendo; siempre con paciencia y optimismo.
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